Hace muchos, muchos años, en un país muy lejano y triste, existía
una enorme montaña de piedra negra y áspera. Al caer la tarde
en la cima de esa montaña, florecía todas las tardes una hermosa
rosa azul que otorgaba la inmortalidad, sin embargo, nadie se
atrevía a acercarse a ella, pues las espinas que rodeaban los pies de
la montaña, estaban envenenadas. Entre los hombres sólo se
hablaba del dolor, el miedo y la muerte, pero nunca de la promesa
de la inmortalidad. Y todas las noches, la rosa se marchitaba sin
poder otorgar sus dones a persona alguna. Olvidada y perdida
en la cima de esa montaña de piedra fría, sola hasta el final de los
tiempos. Se dice que de su esencia azul, viene el color del mar, en
cada partícula de agua en los ríos, se lleva la esencia de la
inmortalidad. Se lleva la esencia azul del cielo y el azul de las tristes
lágrimas que derramó la rosa en su soledad y olvido.
Sentí ganas de tomar esta pequeña historia que siempre recuerdo y subirla porque hay cosas que por muy pequeñas que sean, uno siempre las recuerda, porque dejaron una huella en nosotros.. y a veces, no podemos estar con esa cosa o esa persona, pero por lo menos yo, la recuerdo siempre y la quiero con todo mi corazón. Puede ser muy indirecta la situación que estoy describiendo ahora pero... después de este largo día, ya no soy valiente como era antes...
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