martes, 12 de julio de 2011

065. Paso (Correspondencia Incorrespondida)

Miraba al cielo como un príncipe enamorado a la espera de su princesa desconocida. En ése momento, me dí cuenta de que la persona que me gustaba no era nada más que un completo desconocido, que sus palabras embellecían y hacían sombrío mi mundo, que alentaban y mataban lentamente la confianza dentro de mí. Quería conocerlo más, saber qué pensaba sobre muchas cosas, por sobre todo de cómo me veía como persona, como amiga... y como mujer.

¿Qué harías si no tuvieras miedo?

Me acerqué lento, pero decidida, hacia él.
Él, que hace tiempo me dejaba sin aliento con aquellas cartas de colegiales inocentes, su alta persona me intimida a cada paso que doy, pero el miedo no me detendrá nunca más.
-D..disculpa...- musité. Se volvió y sonrió tiernamente al ver mi expresión y reconocerme como la chica de aquella ortográfica y directa letra. 
-Eres tú. Creo que, aunque no te conocía, te podría haber reconocido en cualquier lugar, no por tu descripción física que me otorgaste en las cartas... Si no porque, sólo lo habría hecho...- me sonrojé. Ya.. no pude más ante aquellos ojos verdes que me miraban fijo y me desesperaban desde antes de conocerlos personalmente.
-Quería agradecerte por todas tus bellas palabras, por aquella caballerosidad ya casi inexistente, por aquella delicadeza con mi persona... Que tuviste sin conocerme ni ver como era realmente...-
-Bastaba con el sólo hecho de que me comentaran de tu sonrisa, para ver que eras una persona muy tierna y con buenas intenciones-
-D-de todos modos -tartamudié- Muchas gracias... Pero, ésta será la única vez que me veas y que sepas de mi. Me siento una estúpida al creer que me mirarías de otra forma que no fuera "la chica con la que comparto correspondencia", lamento mucho haberte hecho pasar por todo esto... Lo lamento mucho- me acerqué hacia su mejilla para besarla pero, tomó mi brazo e hizo que nuestros labios se encontraran.

Cuando dejas atrás el miedo, te sientes libre

Una lágrima se deslizó por mi mejilla al momento de ser conciente de esto. Sabía cosas que deseaba no saber. Y, por sobre todo, no deseaba que mi corazón se encogiera al escuchar su nombre o recordar su desconocida cara que me recordaba a cierto inglés. Delicadamente me separé de él, y con los ojos llenos de lágrimas, me volví y salí de aquel lugar que tanto me gustaba, pero al que no volvería nunca más. Nunca debí haber dicho nunca...
El chico se le quedó mirando. Sabía los lugares en donde encontrarla, pero respetó su opción y se limitó a comentar sobre ella con su amiga. Pero ambos no dejaron de frecuentar aquél lugar. Inconscientemente, ambos deseaban encontrarse con el otro allí pero... eran como el sol y la luna. 
Cuando uno aparecía, el otro se marchaba.

 Pero, como el sol (él) y la luna (ella), tenían algo que les comprobaba que el otro seguía allí. Un lucerito que ambos conocían, y que el lucerito les conocía. Era la única pista de que él otro seguía allí, y eso les tranquilizaba.

El destino no estaba de parte de ellos, sólo... sus caminos se atravesaron al paso, en una perpendicular más de la vida.

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